Míralas... en la palabra oculta de la piedra, se cifra el misterio,
la lengua fósil de los pliegues y las fracturas;
tierra retorcida sobre sí misma que reescribe
la memoria de los mundos en capas sagradas.
El zircón contiene los secretos de abismos que no conocimos,
el cuarzo encierra en su luz fragmentos
de estrellas y soles que nunca vimos.
El basalto, negro, guarda el destello del fuego original.
Bajo el volcán, lentos –tan lentos–
los desplazamientos tectónicos reordenan el enigma subterráneo,
marcan el paso de un calendario donde tú y yo
somos apenas un fulgor imperceptible.
En la sinclinal y la anticlinal, el mapa
de la creación se pliega y se desdobla,
y en los estratos, el eco de eras sepultadas
resuena lejano como el latido
de aquel titán que se durmió.
Las piedras, las piedras, las piedras.
A veces, al mirarlas,
puede distinguirse en ellas una luz arcana,
un haz que atraviesa el espacio;
la distancia precisa que hay entre tú y yo,
ese espacio-tiempo que no somos capaces de medir;
el misterio mudo de la luz
que se expande y determina, incomprensible,
nuestro tiempo.
A veces, al mirarlas,
puede distinguirse en ellas una luz arcana,
un haz que atraviesa el espacio;
la distancia precisa que hay entre tú y yo,
ese espacio-tiempo que no somos capaces de medir;
el misterio mudo de la luz
que se expande y determina, incomprensible,
nuestro tiempo.
Escrito por Pela del Álamo (2024)